martes, 29 de mayo de 2012

Austria!

Pues poquito a poco y como quien no quiere la cosa ya estamos terminando el Workshop de Innsbruck.
Y aquí andamos liados proponiendo ideas para revitalizar un pueblo de 700 habitantes en mitad de los Alpes, jajaja!

Pero antes de eso... la historia de nuestra llegada al Tirol:
Después de las largas vacaciones de Semana Santa (dos semanitas más... cosas del calendario alemán), cogimos vuelo de Sevilla a Bérgamo (al lado de Milán) el Jueves día 19 de Abril. Salimos tempranito por la mañana, y sobre las 11 estábamos ya en Italia.

Nuestra primera idea era ir de Bérgamo a Milán y pasar allí el fin de semana hasta coger tren el domingo dirección a Innsbruck. Pero todo se torció porque había un evento internacional en Milán esos días, y reservar una habitación por menos de 100 € la noche era imposible. Así que, plan alternativo:

Jueves 19: después de salir del aeropuerto, al cabo de dos o tres horas de dar vueltas, por fin llegamos al "hotel" donde nos quedaríamos esa noche. El hotel en cuestión era un "bed & breakfast" que estaba fuera del propio Bérgamo... en un pueblecito en medio del campo, muy bonito, pero muy inaccesible. Allí fue nuestro primer "secuestro", cuando entramos en un bar del pueblecito en cuestión a preguntar cómo llegar al "bed & breakfast" y, tras tratar de explicárnoslo (seicento metri avanti!! alora a la destra!! sinestra!! y así un poquito más...), al ver la de maletas que llevábamos decidieron ir por "la macchina" y llevarnos amablemente. Y así fue. Dos tipos que parecían salidos de las típicas pelis donde solo se conducen Fiat y Alfa Romeo nos llevaron hasta el hotel. Grazie mille signore!

Al llegar al sitio, nos encontramos con... una casa grande. Sí, eso. Una casa con sus dos plantas, su jardín, su piscina... y dentro recibiéndonos un extraño y amabilísimo matrimonio italoafricano (él italiano, ella africana). Tras quitarnos los zapatos y dejarlos en la puerta, entramos a nuestra habitación y allí nos hospedamos. La casa tenía dos o tres habitaciones abajo en torno a un saloncito donde estaba preparado el desayuno para la mañana siguiente, y arriba vivían ellos.

Después, fuimos a Bérgamo y echamos allí la tarde... hasta que se puso a llover y nos volvimos al "hotel familiar" a cenar unos quesitos ricos con pan y un poquito de vino italiano que habíamos comprado antes.
Bérgamo por cierto, precioso: la ciudad es bien grande, pero en especial su "ciudad alta", donde estuvimos aquella tarde, bien merece un paseo sin prisas.


A la mañana siguiente, día 20, fue nuestro segundo "secuestro". Habíamos quedado con nuestra amiga mejicana en Milán, y para ir allí teníamos que coger un autobús que salía desde el aeropuerto de Bérgamo. Y como el bed & breakfast está alejado de todo... pues resulta que la señora del matrimonio que rejentaba el bed & breakfast se ofreció a llevarnos en coche. Y así, en un ratito, y mientras nos contaba que tenían un proyecto en marcha para construir una escuela en su país de origen (que ya no me acuerdo cuál era) y algunas cosas más, llegamos al aeropuerto, cogimos el autobús y llegamos a Milán.

En Milán pasamos aquel día visitando el centro de la ciudad, y entre otras cosas, subiendo a la cubierta de la catedral (que es impresionante).


Y esa mismo día por la tarde, cogimos el tren y nos fuimos a un pueblecito en el Lago di Garda, muy cerquita de Verona, a una hora y algo en tren desde Milán, para quedarnos allí a dormir. Así que nada, sin parar ni descansar apenas un momento, allí llegamos esa misma noche. A un camping con sitio para caravanas, para tiendas, y con un montón de bungalows también... en uno de los cuales nos quedamos nosotros las siguientes dos noches.


El día siguiente, Sábado 21, cogimos el tren para Verona por la mañana, para ir y volver en el día. Está muy cerquita y se llega en un rato... y mereció mucho la pena. Y ya por la tarde-noche volvimos al camping de nuevo, para ver el clásico que se jugaba por aquel entonces. Barcelona-Real Madrid, en el Camp Nou... lo vimos en el restaurante del camping, zampándonos unas buenas pizzas caseras con unas cervezas fresquitas, y en pantalla grande con comentarios en español! jajaja, y encima ganó el Madrid así que qué más se puede pedir. Lo pasamos muy bien.


Tras esa noche ya era Domingo 22 y había que tomar camino a Innsbruck, destino final del viaje que habíamos empezado 4 días antes. Íbamos en tren desde Verona, así que fuimos para allá de nuevo y cogimos nuestro tren. Peeeeeeeeeero, no todo iba a ser tan fácil: cuando íbamos por Trento, Bolzano y por ahí, el tren se para y nos dicen que hay huelga de transportes en Italia, y que los trenes ese día no llegaban más allá de ese punto, así que tenemos que continuar el trayecto en autobús. Y nada, nos subimos en el autobús, y finalmente una hora y pico después, llegamos a Innsbruck!

Ya en Innsbruck, el Lunes, empezamos este workshop que ya es el cuarto del máster!
La ciudad está en un emplazamiento alucinante. Está entera rodeada por montañas muy altas, los Alpes ni más ni menos. Tiene un centro histórico pequeñito pero muy entrañable, y en general, un tamaño de ciudad muy agradable.
Vivimos en una residencia en el campus universitario, que está bastante lejos del centro pero no por eso está aislado o vacío, por aquí hay de todo: supermercado, algún bar, viviendas, instalaciones deportivas (muy muy buenas por cierto); en autobús se llega en un momento al centro, y además tenemos la comodidad de tener la escuela a 200 metros. Así que bastante bien.


En cuanto al Workshop, se nos ha propuesto trabajar en un entorno rural del Tirol profundo, jeje. El proyecto que hemos hecho trata de proponer un modo de revitalizar o reanimar la vida de un pueblo llamado Obertilliach de 700 habitantes, en mitad de los Alpes cerca de la frontera con Italia, cuya población disminuye cada año y donde las principales actividades económicas son la agricultura, la ganadería, y el turismo.


En el próximo post enseñaré el resultado final de nuestra propuesta y comentaré un poco los viajecitos que nos hemos marcado durante este mes y pico que se termina ya mismo.

domingo, 6 de mayo de 2012

Terminó Lisboa... de momento.


Pues sí, hace ya más de un mes (el 30 de Marzo) tuvimos la presentación final de nuestro primer workshop en Lisboa: volveremos por otras 6 semanas en Noviembre, así que hemos dejado a Lisboa esperando nuestro regreso, o nosotros nos hemos ido esperando volver pronto, según se quiera ver.

No he tenido tiempo de escribir antes, aunque parezca mentira, pero por fin he encontrado un hueco y me he puesto a ello.
El caso es que todo fue genial en Portugal. El viaje a Oporto acerca del cual dejé pendiente escribir aquí, fue también algo muy especial.

Resulta que Oporto, además de tener buenos vinos, es una ciudad preciosa. Su topografía es aun más accidentada que la de Lisboa, y su relación con el río Duero (de menos anchura que el Tajo en Lisboa) es igual de intensa en las dos orillas, dando lugar a un paisaje urbano espectacular visto desde lo alto del puente de Eiffel.



Nos alojamos en el mismo centro, en un hostal un poco chungo pero perfecto para explorar los entresijos de la ciudad, por supuesto también de noche. De este modo descubrimos la almendra amarga...  un licorcito que bien merece la pena probar en cualquier bar (de copas) portugués que se precie.

Pero antes de llegar, de camino a Oporto paramos en Alcobaça a visitar su Monasterio Cisterciense donde sin duda, lo más especial (aparte de la imponente Iglesia y los varios claustros, preciosos todos) es su cocina. Sí, su cocina. Tan grande y alta como pueda uno imaginar una cocina, por la que pasa una corriente de agua que fluye constantemente (usada para abastecimiento y/o limpieza supongo), desviada del rio que cruza la ciudad. Además tiene una chimenea para evacuar el humo de los asados, tan enorme como para que por ella entrasen cinco Papá Noeles a la vez. Impresionante:



Ya en Oporto, además de callejear conociendo el centro, lleno de edificios decadentes y hechos polvo (probable razón de su especial encanto), nos acercamos a visitar varios puntos clave de la arquitectura contemporanea portuguesa:

Piscinas en Leça de Palmeira, Siza:























Escuela de Arquitectura. Siza:























Fundación Serralves. Siza:
Casa da música. Koolhaas:





































Viviendas sociales. Siza:



Y tras volver de esta escapadita al norte, ya no hubo más pa acá ni más pa allá... todo fue darle al lápiz, al ratón y también al cutter y al pegamento.

Hasta entonces habíamos estado trabajando para conocer el lugar donde teníamos que plantear nuestro proyecto, entender su especificidad, sus puntos fuertes y sus puntos débiles... y pensando en cómo podría encajar la idea de un mercado y un nuevo espacio público en esa zona. Pero a partir de este momento, todo se aceleró y llegó el momento de proponer soluciones, de plantear realidades y comenzar a solucionar el proyecto.

Tras muchas correcciones y pocas horas de sueño durante las siguiente tres semanas, esta fue nuestra propuesta (Ara y yo formamos grupo de trabajo):



El enunciado del proyecto nos pedía trabajar en una propuesta para un nuevo mercado y espacio público en un lugar muy especial del centro de Lisboa: se trata de un vacío interior de manzana con un desnivel enorme, de unos 60 metros entre su punto más alto y su punto más bajo, con un perímetro impenetrable, sin huecos que puedan conectar el espacio interior con el tejido urbano que se desarrolla fuera de él.
El único modo actual de acceder a dicho espacio es a través del Ateneo de Lisboa, histórico club social de gran importancia en la ciudad décadas atrás... pero actualmente venido a menos. Fue esta institución la que, en los años 70 y 80, de modo desordenado y sin ton ni son, fue ocupando parte de este espacio interior con edificaciones casi provisionales y ciertamente deficientes en cuanto a su materialización como una piscina (abierta primero, y cubierta después), una guardería, un gimnasio cubierto... cuyo uso hoy en día es casi nulo.

Nuestra propuesta toma como punto de partida la lectura del contexto de este espacio, para averiguar cuál es su papel dentro del tejido urbano de Lisboa.
Observamos que dentro de nuestro ámbito existen varias aglomeraciones de vegetación, espacio arbolado que forma parte de un sistema verde mucho mayor ya existente en la ciudad, el cual contacta con nuestro ámbito a través del Jardim do Torel. Esto nos llevará a buscar la adhesión de nuestro proyecto a este sistema verde, entendiéndolo como una prolongación del mismo.
Por otra parte, entendemos que este lugar debe mantener su carácter de "secreto", espacio interior que sorprende al ser descubierto... pero para eso tenemos que abrir pequeñas puertas por las que llegar a él. Así que decidimos utilizar los múltiples recobecos ya existentes que casi hacen posible adivinar potenciales accesos al jardín, pero que ahora están cerrados, para abrirlos y crear los nuevos accesos al nuevo mercado y su espacio público. Haremos posible así, que desde las distintas realidades que forman el perímetro de nuestro área se pueda llegar al nuevo espacio que brindaremos a la ciudad.

Finalmente, el gesto que conformará todo el proyecto y que le dará forma es el más sencillo posible. La propuesta formal se materializa en una gran rampa que se adapta a la topografía existente y a los límites de la parcela, y la va recorriendo con un suave y fluido movimiento uniendo los nuevos accesos con el propio mercado y las plazas que éste generará. Así, será bajo esta gran rampa donde surja el programa de mercado, generando un "edificio" en constante relación con los nuevos espacios exteriores generados por la propia rampa, que tendrán diferente escala y carácter: por una parte, el jardín de naranjos que cose las dos masas verdes existentes y que da continuidad al sistema verde al que pertenece nuestra intervención; y por otra parte la plaza interior que se desarrolla en medio de las dos alas del mercado, espacio más recogido pensado para la extensión de la actividad más específica del mercado.

Con esta propuesta, en nuestro proyecto hablamos de ciudad, de espacios verdes, de la integración de diferentes realidades y el ofrecimiento de un nuevo espacio a todo tipo de personas, de escala humana, de mezcla de actividades, de movimiento...





Estamos muy satisfechos con el trabajo realizado, y muy contentos con el resultado final. En la presentación final, recibimos muy buenas críticas de todos nuestros profesores, que destacaron muchos aspectos positivos de nuestro trabajo, resaltando nuestra "gran profesionalidad" (es textual, jeje) y la sensibilidad, claridad y compromiso con la ciudad de nuestro proyecto. Nos encantó que comentaran que nuestra propuesta no tiene nada que ver con modas ni artificios, sino que parece que siempre estuvo ahí, presente naturalmente en ese complicado contexto urbano... que es precisamente la idea de buena arquitectura que tenemos nosotros en la cabeza y que defendemos.
Tras esto... qué más podríamos pedir! estábamos muy contentos y nuestras sonrisas eran anchas como el Tajo que pasa por Lisboa, especialmente por lo buenos arquitectos y duros profesores que son Flavio, Ricardo, Miguel y también Inés, aunque ella no pudo estar en la presentación final.

Ese día, tras recuperar algunas horas de sueño, nos reunimos en nuestros apartamentos de Baixa House de forma casi improvisada para cenar juntos, con los profesores Flavio y Ricardo incluidos, para comer risotto italiano, tortilla de patatas, flamenquines corsobeses, tacos mejicanos, schnitzels alemanes, pasteles de bacalao portugueses, y alguna otra cosa rica de Bangladesh cuyo nombre no recuerdo porque probablemente sea casi impronunciable.

Tras esta cena de despedida, pasamos un par de días visitando la Lisboa que apenas habíamos visto en el mes y pico anterior... y después pusimos rumbo a España para pasar las casi tres semanas de vacaciones (Semana Santa incluida) que tuvimos desde entonces hasta el día 19 de Abril, que pusimos rumbo a Innsbruck (Austria), para comenzar nuestro cuarto workshop, con el que ya andamos liados.
Pero esto ya... para el siguiente post.